Por Matías Ortega
En un mundo en que la tecnología va extinguiendo algunos empleos y creando otros, y las máquinas van reemplazando a los humanos en las tareas que pueden ser mecanizadas, las soft skills o habilidades blandas cobran especial relevancia para el futuro profesional.
Sobre una de ellas particularmente se viene hablando desde hace año, pero está cobrando mayor relevancia. Se trata de la inteligencia emocional.
Se define a la inteligencia emocional -o social, aunque no son exactamente sinónimos- como la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos.
Es una cualidad inestimable en la actualidad, y quizás especialmente en tiempos de crisis pandémica como la que atravesamos, para cualquier perfil profesional y especialmente para aquellos que aspiran a liderar equipos. Existe un componente innato en su origen, aunque también se puede aprender, entrenar y potenciar. En el seno de una organización social como es una empresa, esta cualidad será muchas veces de más utilidad que otros tipos de inteligencia.
¿Cómo desarrollo mi inteligencia emocional?
Existen cuatro eslabones fundamentales que forman una sólida cadena para fortalecer la inteligencia emocional. El primero sería la capacidad para estar conectados con nosotros mismos. En segundo lugar quedaría la habilidad para automotivarse, gestionar el estrés y recuperarse de lo que consideramos como fracasos; esto es muy importante para los líderes, que en estos tiempos se ven ante el desafío de mantener motivados a los equipos de forma remota mientras están en home office o semipresencialidad.
En tanto que en tercer lugar está la relación con los demás, nuestra destreza a la hora de entenderlos y ponernos en su lugar; difícilmente este punto pueda ser llevado adelante con éxito si primero no se logra el anterior.
Por último, está la habilidad de relacionarnos, llegar a acuerdos y conectar con los que nos rodean.
Todos estos aspectos se encuentran representados en nuestro ecosistema laboral y nos acompañan a lo largo de nuestra trayectoria.
También a la hora de buscar empleo
Por supuesto, las soft skills no son solo importantes para quienes ya desempeñan un rol en una compañía, sino que se han convertido en un requisito más a la hora de seleccionar candidatos para un puesto de trabajo, y están en muchas ocasiones a la altura de las llamadas hard skills (habilidades duras), dadas por los conocimientos técnicos y la formación del potencial empleado.
Hoy las soft skills pueden ser el diferencial por el que opte una compañía a la hora de cubrir una vacante. Y es que más allá de que las habilidades blandas pueden aprenderse, requieren también un componente muy personal. La formación académica, los idiomas o la experiencia suelen ser requisitos mínimos; con ellos como base, la capacidad social del candidato es la que cobra importancia.
“En este último año hemos visto un gran cambio en este aspecto”, apunta la compañía Udemy for Business en el estudio The 2021 Workplace Learning Trends. Y añade: “El rápido cambio hacia el trabajo a distancia y la incertidumbre de la pandemia han transformado la experiencia del empleado. Ahora, los empleadores reconocen que las soft skills ayudarán a los trabajadores a desenvolverse en el futuro”.
Las soft skills más valoradas
Hace algunos meses, la red social de empleo Linkedin publicó cuáles serían las soft skills más demandadas en el futuro cercano:
Flexibilidad, adaptación al cambio. Si algo trajo la pandemia fue la necesidad de adaptarse rápido a los nuevos escenarios. Por eso, más que nunca se necesitan profesionales que sepan ser flexibles y dinámicos.
Responsabilidad. En un contexto de trabajo remoto poder confiar con los colaboradores es fundamental para que el trabajo se lleve adelante sin problemas. Es por eso que se necesitan personas fiables, con autodisciplina, que puedan desempeñarse eficazmente sin necesidad de una supervisión permanente.
Actitud positiva. La amabilidad, la paciencia o animar a los compañeros, ayudarán a mantener alto el nivel de motivación dentro del equipo. Ante la incertidumbre de estos tiempos, puede costar seguir adelante y no desanimarse, por lo que contar con alguien positivo en el grupo será clave.
Empatía y, como actitud esencial para conseguirla, la escucha activa. La empatía ha sido la cualidad más valorada desde hace años y se ha convertido en la piedra angular de las habilidades sociales desde que se empezara a poner de moda la inteligencia emocional entre los profesionales. Es necesario comprender a los demás y ponerse en el lugar del otro.
Resiliencia. La capacidad para enfrentar las situaciones complicadas y sobreponerse a ellas se demuestra clave en situaciones como las vividas y las que puedan estar por venir.
Trabajo en equipo. Los nuevos modelos para acometer los retos laborales pasan por el trabajo por proyectos, basado en la cooperación, la creatividad, involucrar a miembros de los diferentes departamentos para romper los silos habituales en las empresas y el liderazgo compartido entre todos según las fortalezas de cada miembro del equipo.
Proactividad. Empleados con iniciativa y, en su grado máximo, intraemprendedores que propondrán ideas, soluciones a los retos o nuevos servicios y productos.
Fuente: Ambito Biz