La ironía es el refugio que utiliza el que prefiere la crítica superficial que no se centra ni en el contenido ni en una argumentación sólida. Es una forma de evadir el compromiso.
El fin es ser el centro, fortalecer el ego siendo amado u odiado, no importa.
En los espacios de trabajo, donde se discuten temas serios juega un papel casi vergonzoso. Quien arroja una ironía en medio de un debate formal y constructivo, no busca aportar y ni siquiera pretende tener la razón, sino ventilar opiniones personales muy «ocurrente», que no solamente no suman sino que además, distraen y terminan por cansar.
Cuando descubras los efectos negativos que la ironía causa en otras personas, jefes, compañeros o clientes, comenzás a comprender los motivos por los cuales tu carrera está donde está.
Para comenzar a salir de ese espacio , antes de hablar pensá si :
1- Es verdad
2- Es necesario
3- Si hace daño.
No llegues al punto de que luego de la reunión termines obligado a sentarte y pensar en cómo disculparte. Desde ese lugar, nada bueno se construye.
La ironía es una tristeza que no puede llorar.